Capitulo I

Janna se quedó mirando el cielo.
-Te estoy hablando.-
-Lo sé.-
No había nadie allí que hablase. Janna vigiló de que Luxen siguiera "dormido". Luego se volteó.
-A una madre le duele que su hija desee su muerte.- Insistió la voz.
-Yo no deseo tu muerte, Diana.- Dijo Janna, tranquila. -Sólo deseo que sufras.-
-Algún día podrás entenderme...-
-No se pueden entender a los locos.- Dijo Janna, más no consiguió respuesta. Miró lado a lado. -Cobarde.-
Empezaron a caer gotas otra vez, y Janna gruñó levemente. Se quedó mirando el horizonte.

Luxen, quien habia escuchado todo, no queria que la joven lo mal interprete, por lo que espero unos cuantos minutos antes de abrir los ojos. Cuando finalmente actuo su despertar, el joven observo a Janna.
-Ocurre algo? Pregunto, al ver su rostro.

Janna le miró y sonrió.
-Eh? No, por qué lo dices?-

-Crei haber escuchado voces, en mis sueños. Ademas, parecias molesta. Respondio.

Janna rió.
-TIenes sueño profundo, se ve. No, no había nadie conmigo.- Dijo, y miró el horizonte. Luego volvió a mirarlo elevando las cejas. -Y no estoy molesta, para nada. Sólo veía el horizonte. Por?-

-Debo estar alucinando. Bromeo el joven y observo el cielo. -Que raro... estaba despejado hasta ahora. Dijo, al notar que estaba lloviendo.

Janna asintió.
-Sí.. Hace mal tiempo...-

El joven se concentro y conjelo una de las gotas de agua que caian sobre ellos, la cual aterrizo en su mano derecha.

Janna se acercó a Luxen y miró la gota de agua.
-Qué bonita.- Dijo, sin apartar la vista de ésta, sonriendo.

Luxen rio.
-Es solo una gota de agua congelada. Dijo, creando otra.

Janna rió levemente.
-Ya, pero nunca las había visto congeladas.- Dijo, recordando una cosa. Se estremeció un poco. Cerró los ojos y los abrió, mirando otra vez las gotas, y sonrió.

El joven conjelo unas cuantas gotas que calleron sobre la palma de su mano y se concentro, murmurando palabras en una lengua desconocida. Cada una de las gotas comenzo a brillar.

-Ahora deverian conservar su temperatura. Dijo entonces, observandolas.

Janna miró aún más ensimismada las gotas.
-Es genial.- Murmuró sin sacar los ojos de encima.

-Me las guardare, mi hermana suele hacer collares con ellas. Dijo entonces.

Janna sonrió.
-Ya entiendo por qué.- Dijo, y se quedó mirando al cielo, pensativa.

Luxen sonrio e intento pararse. A su gran sorpresa, ya no sufria de la herida que le habian hecho.
-Estas lista o quieres que nos quedemos un rato mas? Pregunto.

Janna se levantó rápidamente mirándole la herida.
-Ya estás mejor?- Dijo sorprendida. -Vamos, si puedes.- Sonrió, alegre de que Luxen estuviera mejor.

Luxen asistio con la cabeza y comenzo a caminar, de manera ligera. Aunque estaba un poco cansado, la herida ya no le dolia, descansaria luego, ahora lo importante era encontrar refugio.

Janna miró al horizonte.
-Las chicas ya estarán en la cueva. Les mandaré una señal. Cuando me la contesten desde la cueva, nos dirigiremos hacia allí.-
Janna miró al cielo. Aparecieron unas chispas de fuego en el cielo. Esperó un rato, y a los dos minutos aparecieron unas chispas iguales en un lugar alejado al norte.
-Vamos.-

Luxen se dirigio hacia el norte junto con Janna, a un paso ligero. Esperaba que no habrian duendes u otras criaturas en su camino.

Janna al rato volvió a tirar chispas, y se fue orientando con la respuesta de sus amigas.
-Estamos cerca.- Dijo, después de unos minutos.

-No siento la presencia de los duendes cerca. Parece que es un lugar seguro. Dijo entonces, siguiendola.

Janna asintió.
-Lo es. Saca tus alas. Es un lugar elevado.-
Ella empezó a elevarse.

El joven hiso aparecer sus alas, las cuales salieron majestuosamente de su espalda detras de una cortina de humo negro. El joven se elevo batiendolas y siguio a Janna.

-Ven, es por aquí.-
Al principio le tomó la mano. Miró a ver qué había agarrado, y rápidamente cambió y le tomó de la muñeca, guiándolo.