Capitulo I

(Luxen, ¿Me recuerdas? *O*)

Todo estaba tranquilamente bien en su hogar. Se podia olfatear el aroma a estofado, a metros. De seguro, su 'Amo' lo sentiria y vendria por el. Lleno su mente de bellos recuerdos, y se sento en una silla. Algo vieja estaba esta, ya que en el hogar, no se hacian mejoras, para poder tener todo tal cual. Asi, al menos, sentiria el aroma de su amo, en el hogar.

Cerro las ventanas, manteniendo todo oscuro, pero era imposible tener silencio, con tanto griterio alli fuera. Nunca se volvian tan locos, en las calles, cuando un desfile pasaba. ¿Esta vez habia sido la emocion del momento?¿Se habria perdido de algo?. Cerro sus ojos, articulando sus brazo. Colocando su codo en la mesa, y su mano en su cabeza. Como si se la estuviese sujetando. Sus cabellos, caían hacia abajo, lisos, tapando su rostro.

Hasta que de repente. ¡Pum! La puerta fue derribada, y este se conmociono al pensar que podia ser su padre. Una cortina de polvo, inundo la entrada, y el solo esperaba que el fuese quien estaba ahi. Pero no, una silueta un poco pequeña, y robusta parecia formarse. Hasta ver a aquel duende amarillo, que portaba una armadura un poco graciosa. -¿Se supone que esto es mi padre?- dijo en voz baja, casi inaudible. Pero, ¿Acaso llevaba una espada?

Este solo se avalanzo hacia el, con la espada apuntadole, como para cortarle el rostro. Que bueno que el joven era pesado, y simplemente choco contra el, y se cayo. Pero aún asi, mientras la criatura se levantaba, retrocedio unos pasos, tomando una sarten para cualquier caso de emrgencia. Y este al ya estar levantado, nuevamente, dio un salto, hacia este, apuntandole con su espada, aputno de clavarle. Y ... ¡HoundRound! Golpeo ala bestia tan fuerte, que se le doblo el mango de la sarten.

No pudo pasar la oportunidad, tomo a la bestia pequeña, y la metio dentro del estofado. Y luego, sello la salida, poniendole encima la tapa de esta. Uff, su estofado se le habia hechado a perder. Y le habian roto varias cosas, ahora si necesitaba mejoras. Volteo su rostro, un poco, hasta observar un metal brillante. Era la espada del animalito despreciable, que le habia arruinado su estofado. Se acerco a esta, y la agarro, ahora necesitaba proteccion.

Salio hacia afuera, por la puerta tracera, dejando su casa trancada, aliviado, de que todo habia pasado ya. Pero al darse vuelta, no solo no habia terminado, si no, que sucedia en todos los hogares, en la plazas, toda la ciudad estaba bajo ataque, y solo unos pocos salian victoriosos. -Ahora si se pasaron los del festival...- dijo ironico.