Capitulo I

Janna asintió, y no dijo nada por un rato.
-Le gusta su deber?-

Sentia su cuerpo un poco pesado, froto con su mano derecha su rostro, la frente en especial. COmo si fuera señal de que estuviese transpirando, aunque no era así. Simplemente era un reflejo que tenia ante la calor.

Luego de un rato, de pasar allí recostado pensó que no podria mantenerse en ese lugar por siempre. Así que decidío marcharse. Lentamente se paro, tratando de quilibrarse. Tomo la espada, que el suelo estaba y camino por ese bosque oscuro, lleno de animales e insectos. Sin rumbo fijo, diambulo por esos lugares. Hasta llegar a oir una voz en el silencio. Pero no era muy fuerte, así que no le escucho completamente.

Nidalee se había separado del grupo. Saltando por las ramas de los árboles, mantenía la lanza con una mano mientras intentaba ajustarse más la coleta con ambas manos. Miró al cielo, e hizo un ruido parecido al de un águila. No obtuvo respuesta. Miró al árbol sobre el cual estaba apoyada, y lo rasguñó para dejar una marca. Siguió saltando por las ramas, y repitió el proceso, hasta que, a la sexta vez que hizo el ruido de águila, miró al árbol y ya vio la marca.
"No puedo haberme perdido..."
Bajó de un salto al suelo y caminó, yendo medio agachada y en guardia, con la lanza lista. Cuando no recibía respuesta, era porque estaba perdida, porque algo le había pasado a algún animal cercano, o porque había alguien cerca. Sintió ruido de pisadas, se dió la vuelta y se escondió entre los arbustos. Cuando divisó a su objetivo, que estaba de espaldas, saltó, le cogió del hombro, le dió la vuelta y lo apuntó con la lanza a la cara. Su lanza estaba a tres o pocos más centímetros del rostro del chico.
-Quién eres?- Su tono era frío, como el tono que usaba con los extranjeros que no conocía y aparecían por ahí rara vez. No eran de fiar.

-A ninguno de nosotros nos gusta mucho el hecho de governar. Nuestros hombres de confianza nos ven mas como amigos que como monarcas. Respondio el joven y cerro los ojos, ya que sentia una curiosa energia cerca.

-Ya veo...- Dijo ella pensativa, y miró al cielo. -Quiero que llueva.- Dijo, como un comentario que no venía a cuento. Ashe la miró de reojo, y Sivir la miró de mal humor.
-Nah, ni hablar.-
-Sí, me estropearás el pelo.- Se quejó Katarina, que se había despertado.

Luxen cerro los ojos por un momento y luego los abrio, para bajar del arbol de un salto.

-Tengo un mal presentimiento... Dijo entonces.

Janna lo miró.
-Qué sucede?-
Ashe le miró con atención también, bajo su capucha. Sivir no le hizo mucho caso.

Luxen desenfundo su espada.
-Nos vamos. Dijo mirando hacia todos lados. Sentia una extraña energia hacercarse a gran velocidad.

A lo lejos, se adentraban en el bosque aquellos duendes que habian atacado la ciudad, montados sobre criaturas parecidas a perros sin pelaje , piel roja sobre sus huesos y del tamaño de un lobo adulto.



(Lo de piel roja sobre sus huesos, es porque los perros eran muy delgados, por lo tanto se veian sus huesos a travez de la piel, no sabia como explicarlo )

(Ah xDD)

Janna se sentó en la rama. Sivir y Ashe se levantaron. Katarina despertó a Sona y Ahri, y Ashe miró a Luxen.
-Y Nidalee?-

-Hacia donde se a ido? Pregunto el joven.

-Por ahí.- Dijo Janna señalando un lugar despreocupadamente.

-De acuerdo, yo ire a por ella, ustedes vayan por alli. Dijo, señalando la direccion contraria.

-Yo voy contigo.- Dijo Janna bajando del árbol. No parecía interesarse, al contrario de las demás. Sivir negó.
-Luego no nos encontraremos...-
Ashe se sacó sus guantes, dejando a relucir una piel fina, pálida y algo rosada.
-Toma.- Se las dió a Luxen. Su piel era fría, gélida, como el hielo mismo. -Cuando encontréis a Nidalee, dáselos. Ella sabrá qué hacer.-
-Oh, y te encantará.- Dijo Katarina burlona y Sona rió.
-Vámonos.- Dijo Sivir. Ella, Ashe, Katarina, Sona y Ahri fueron por el otro camino.

El joven tomo los guantes y observo a Janna, mientras sobre su espalda aparecian sus alas, detras de una cortina de humo negro.
-Seremos mucho mas eficaces desde el cielo. Le dijo entonces.

Janna asintió.
-Entendido.- Dijo elevándose gracias a sus poderes de aire. Aguardó órdenes.

El joven se elevo en el aire de un salto y batiendo sus alas comenzo a volar hacia la direccion que le habia señalado. Pronto sintio la energia de Nidalee cerca, pero cuanto mas se acercaba de ella, mas se acercaba del ejercito de duendes que tambien parecia estar buscando a la joven.

Janna siguió a Luxen. Nidalee estaba escondida en unos arbustos, mirando los caminos.
"Siento algo." Dijo usando sus "sentidos".

Al ver a Nidalee, Luxen decendio hacia ella.
-Nos vamos. Dijo entonces, ya que se escuchaba a lo lejos el ruido de los gruñidos de aquellos perros infernales y las risas diabolicas de sus jinetes de baja estatura.

Nidalee los miró.
-Y los demás?-

-Partieron antes que nosotros, vinimos a buscarte. Respondio el joven y luego se dio vuelta ya que veia a los duendes llegar entre los arboles. Estaban aun bastante lejos, pero no sabia que tan fina era la vision de los duendes y de sus monturas, por lo que penso que huir cuanto antes era la mejor solucion.

-Vamonos de aqui. Dijo entonces, desenfundando su espada y haciendo desaparecer sus alas.

Nidalee empezó a correr, y Janna a volar por encima suyo, hasta estar más lejos de los enemigos. Nidalee dejó de correr, algo cansada.
-Luxen, dale los guantes.- Dijo Janna. -Necesitamos el camino.-

Luxen se detubo y le dio los guantes a Nidalee.
-Se supone que sabes que hacer con esto... Dijo entonces.

Nidalee asintió y cogió los guantes con cuidado.
-Claro.-
Cerró los ojos un momento. Pareció como que de su pelo empezaron a salir orejas. Sus ojos se volvieron como de gato, y le salieron unos pequeños colmillos. Se acercó los guantes y olió durante un momento. Se tomó su tiempo para olfatear, abrió los ojos y se colgó los guantes en la cintura.
-Por aquí.-
Echó a correr a cuatro patas hacia una dirección, a una velocidad casi inalcanzable. Janna se apresuró a volar detrás de ella.